De cauces poco profundos, los barrancos de Las Breñas (Aguacensio y Amargavinos) se desbordaron secularmente, destruyendo a su paso casas, fincas y vidas humanas. De la memoria de su poder devastador existen ya noticias anteriores a la conquista castellana.
En 1695 una avenida del barranco de Aguacensio se llevó cinco casas y las viñas inmediatas a su corriente, arruinando a su paso la Ermita de Nuestra Señora del Socorro, cuyo primer edificio estaba situado en el lugar conocido como la pata del barranco de Aguacensio, en la jurisdicción de Breña Alta. En 1841, fueron 10 las personas que fallecieron cuando se encontraban en el interior de una casa arrollada por la corriente del barranco de Aguacensio.
En 1918, el desbordamiento del barranco de Amargavinos causó graves desperfectos en el puente de San José, situado junto a la parroquia de Breña Baja. Sin embargo la mayor catástrofe conocida por el municipio fue el aluvión del 17 de enero de 1957. El balance definitivo arrojó 28 muertos en Las Breñas, al margen de cuantiosos daños materiales. La prensa canaria hacía eco de la impresionante escena de patetismo vivida en el municipio “ El tabaco, de singular calidad en Las Breñas, los tomates y el plátano en las regiones más bajas, constituían la floreciente riqueza de aquellas tierras. Hoy todo es desolación. Tras la muerte de familias enteras, de seres queridos, de amigos y de vecinos, hay que lamentar la desaparición de todos esos elementos constitutivos de la vida de un pueblo eminentemente agrícola. Terrible espectáculo el que se ofrece al visitante. Casas destruidas por todas partes, fango, que ha alcanzado en algunos lugares hasta tres metros de altitud; enseres sembrados por doquier. Da impresión de un pueblo en el que la Naturaleza quiso cobrar un extraño botín, porque ni siquiera puede compararse con una localidad asaltada por un ejército”. ( La Tarde, S/C de Tenerife, 19/1/1957).