Origen

Las Breñas surgieron en el cantón denominado por Abreu Galindo señorío de Tedote, bando que se extendía desde el barranco de Amargavinos, en Breña Baja, hasta el barranco Seco, que hoy supone el límite entre los actuales municipios de Sta. Cruz de La Palma y Puntallana. Según Abreu Galindo,Tedote en lengua palmera significaba monte, de ahí la interpretación castellana de Breña, que quiere decir, según el científico francés René Vernau, terreno agrietado y lleno de maleza.

En tiempos de la conquista el territorio estaba gobernado por los hermanos TINISAGUA, VENTACAYCE y AGACENSIE, que murió arrastrado por la corriente del barranco que lleva su nombre, límite entre Breña Alta y Breña Baja. Éstos no ofrecieron resistencia al Adelantado Alonso Fernández de Lugo durante la campaña de 1492-1493, siendo por tanto uno de los llamados Bandos de Paces.



Los asentamientos aborígenes más antiguos se sitúan en las zonas bajas de La Breña de modo que las primeras gentes que arribaron a la isla desde el vecino continente africano se instalaron preferentemente en las cuevas naturales que encontraron en la desembocadura de los barrancos costeros y en la base de los acantilados (Los Guinchos y Los Cancajos).

Así el litoral marino se convirtió en uno de los pisos de preferente explotación aborígen. La recolección de lapas, burgados, púrpura y ostrón, alcanzaron gran importancia en los momentos iniciales de poblamiento. Por tanto la aparente elección de la zona costera vino motivada por dos posibles causas: una, el escaso conocimiento del lugar de arribada y segunda las posibilidades que ofrecen las costas como lugar de abastecimiento inicial.

Colonizadas las zonas costeras, los aborígenes eligen como lugar de habitación las cuevas situadas en laderas de solana, de buena accesibilidad y cercana a lugares con agua, pastos y buenas condiciones de cultivo.

Los primeros yacimientos elegidos por los aborígenes para su establecimiento difieren notablemente de los que posteriormente se habitan o de los que se utilizan como enterramiento. En primer lugar son de amplia capacidad con bajo índice de humedad y temperaturas anuales homogéneas; en segundo lugar se encuentran orientadas al SE, recibiendo bastante calor y luz durante el día; y en tercer lugar tienen una altura interna máxima de 3 metros, lo que permite la vida de manera cómoda.

El acceso a zonas de cumbre, dominadas por el fayal-brezal y el pinar, se realiza en momentos muy cercanos a la conquista, siendo la zona de mayor ocupación la correspondiente al bosque termófilo. Las cabañas se emplearon como sustituto de las cuevas donde éstas escaseaban, ubicándose la mayoría de ellas en zonas de cumbre relacionadas con la actividad ganadera. Otros poblados de cabañas pudieron estar ubicados en zonas desprovistas de cuevas hoy, y que podían coincidir con las zonas agrícolas del municipio de Breña Baja.

Para las cuevas de enterramientos se utilizaron las más inaccesibles como característica principal, aspecto que se mantiene en los primeros momentos de ocupación, aunque a medida que aumenta la presión demográfica se usa cualquier oquedad que permita efectuar un enterramiento. En su mayoría son cuevas sepulcrales individuales, aunque también existen casos de enterramientos colectivos.La introducción de los cadáveres en su cueva sepulcral se realiza junto con el ajuar funerario (cerámica y útiles utilizados en vida).

La colonización de la isla después de la conquista castellana provocó cambios sustanciales. Se avecindaron en la isla flamencos mercaderes, castellanos y portugueses, siendo La Breña una de las zonas preferidas por éstos para establecerse. Muchos de estos portugueses eran judíos que buscaron el refugio en la isla huyendo de las interrogatorios practicados por el Tribunal del Santo Oficio.

En 1823 se cifra la población de Breña Baja (ya segregada de Breña Alta) en un total de 1141 personas, distribuidas en los cuatro únicos pagos que componían el pueblo: Cantillo, Monte, Montaña y Las Ledas. El poblamiento era disperso y diseminado por caseríos con ubicación en lugares feraces y con agua. La mayor parte de las viviendas eran pajizas establecidas en viñedos, lo que habla de la riqueza vinícola del lugar tanto en calidad como en cantidad. A finales del siglo XIX René Vernau describe a Breña Baja como un lugar formado por algunas casitas cubiertas de paja, diseminadas por todas las pendientes, una iglesia, algunas viñas y palmeras. Los vecinos vivían distantes de la parroquia al no existir ningún núcleo de población concentrada.

El casco de San José nunca llegó a constituirse como centro urbano, simplemente agrupaba a los edificios públicos y religiosos ( la casa donde se depositaban los muertos, la cárcel, el Ayuntamiento, la escuela, la vivienda del cura y el nuevo cementerio). Un año después de la segregación de Las Breñas en dos pueblos se construyó junto a la antigua Ermita de San José el edificio para el Pósito de Granos que después de 1812 fue transformado en casa consistorial.

Desde principios del siglo XVI La Breña se convirtió en la mejor zona vinícola de la isla. Las tierras pedregosas y faltas de agua eran especialmente apropiadas para este cultivo. Por entonces la exportación de vinos a las colonias americanas representaba la principal riqueza de La Palma, especialmente el vino de malvasía de Las Breñas.

“Los mejores vinos de La Palma se crían en un cantón llamado Breña que produce todos los años mil doscientos barriles de malvasía; y es de la misma fertilidad en frutas y granos”

(THOMAS NICHOLS, escrito en 1560)